09 junio 2009

TERMINATOR SALVATION: EL FUTURO COMIENZA
(REVIEW)


El imaginario de la saga Terminator siempre se ha basado en sólidos parámetros de ciencia ficción con un ojo puesto en un futuro post-apocalíptico en el que el ser humano ha pasado de controlar su tecnología a ser víctima de los resultados del uso erróneo de su propio poder. No es difícil elaborar una fácil relación entre la inconsciencia e ingenuidad del hombre al diseñar armas de gran poder de destrucción y la creación del proyecto Skynet en esta saga de películas. Los tres primeros episodios mostraban trazas de un futuro desolador en el que los pocos humanos que quedaban luchaban contra el poder implacable de las máquinas. Las tramas se basaban en los viajes en el tiempo y en el presente pre-holocausto, dejando que la historia se basara en cómo se trataba de alterar o no alterar el curso de unos hechos escritos en el destino.
Terminator: Salvation comienza una nueva historia en la que muestra en plenitud el negro futuro que se presagiaba en las otras películas. Comenzando sobre una hoja en blanco y partiendo casi de cero, materializa de forma espectacular un universo del que sólo habíamos visto pequeños fragmentos. Si bien anteriormente la batalla era mostrada como un mural de desesperanza sin un final claro, esta nueva entrega se reviste de un tono menos azabache y permite una pequeña vía de escape, vislumbrándose luces de solución para el género humano.
Lejos de ser una película redonda (las obras de James Cameron no eran más que contundentes películas de acción con un buen trasfondo de ciencia ficción), esta nueva aportación es una más que digna prolongación de la mitología Terminator, una visión tan pulp e improbable de la batalla entre Skynet y la resistencia como la mostrada en las tres anteriores películas sobre este universo. Lo sorprendente de Salvation es su aplastante descripción del futuro apuntado por Cameron, una de las más espectaculares visiones de un paisaje apocalíptico vistos en la historia del fantástico. No solo la fotografía es más que espectacular, lo es la puesta en escena, la planificación de secuencias y la integración inteligente de los efectos especiales en la composición de planos. La realización es muy potente y utiliza aspectos del cine bélico para construir escenas de acción que sorprenden y funcionan durante todo el metraje. La historia que se quiere mostrar es un capítulo en medio de una historia que ya ha comenzado. Nos encontramos insertos en un conflicto y la función de la película es tan sólo describir una situación. Una presentación que tiene clara su vocación de prólogo, que triunfa en su condición de “capitulo piloto”, haciendo que el espectador se quede con ganas de más. La historia es muy sencilla y sorprendentemente está presentada bajo la óptica de un personaje que no es John Connor, dando una visión menos obvia de un personaje seco y cansado, abocado a ir cargando con el peso de la saga en el resto de las películas del nuevo tríptico. El guión no es demasiado sorprendente y el transcurso de la película se apoya en las numerosas escenas de acción, pero funciona como un todo compacto al emplear muchas de estas escenas en crear una visión de la geografía y clima donde transcurren los acontecimientos. Algo poco común en un blockbuster de esas características que no olvida su función lúdica y resulta entretenida, vibrante y fascinante a partes iguales.