
A CIEGAS
(REVIEW)
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Ensayo sobre la ceguera (Ensaio sobre a cegueira,1995) de José Saramago presentaba, en forma de cristalina metáfora, cómo el ser humano es capaz de hacer de su visión de la realidad una manera de catalizar el sufrimiento o la felicidad, en otras palabras, explicar la capacidad de ver entendida como una liberación o una cárcel, del papel de cada uno en su propio camino o en el de los demás. Para ello se sirve de una historia en forma de cuento para adultos con moraleja que, dada su tratamiento cercano a una ficción irreal, se adscribe en el apartado de literatura fantástica. Los paralelismos con la épica El día de los Trífidos(The Day of the Triffids,1951) no son pocos. Quizás John Wydham nunca se moverá en la misma liga que José Saramago, pero el fondo de su novela, sobre una humanidad que deambula por un mundo devastado por plantas reptantes del espacio exterior, trata muchos temas paralelos con la obra del Brasileño. Y lo hace describiendo la misma sociedad de ciego en la que, tras un desastre mundial, los supervivientes deben esquivar los peligros del peor de los monstruos, el hombre.
Fernando Meirelles afronta la adaptación de la obra desde el respeto escrupuloso, enfermizamente fiel. El director parece haber asimilado a la perfección el mensaje de su compatriota (lo cual no es difícil, dada la reiteración recalcitrante sobre su condición de parábola de Ensayo sobre la ceguera) y no trata de evitar atacar el concepto desde una perspectiva lateral, sino plasmar el original, ya digerido, al medio cinematográfico actual. El director de la plomiza Ciudad de Dios(Cidade de Deus,2003)afronta la visión de una sociedad colapsada por la ceguera colectiva tomando nota del punto de vista del Cuarón de Hijos de los Hombres (Children of Men,2006) y otros acercamientos realistas a la ciencia ficción recientes como Código 46 (Code 46,2003) o 28 días después(28 Days Later, 2002). La cámara de Meirelles sigue la estela Realista del resto de su cine y añade nuevos filtros y texturas para, según el autor, ponernos en los ojos de un ciego. Recursos de objetivo, quemados de imagen y constantes empañamientos de atmósfera hasta sumergir la cámara en la nube lechosa en la que se ven envueltos los protagonistas.
La película empieza con brío y concluye con soltura los primeros pasajes del libro. Juegos de montaje y elipsis muy bien colocadas hacen sencilla la entrada al núcleo de la historia. Mientras tanto, queda constancia de la habilidad de Meirelles para convertir planos aparentemente sencillos en composiciones de gran poder visual. Sin embargo durante el desarrollo del segundo acto de la película se produce una descompensación en la narración del relato y los hechos pierden interés al distanciarse del espectador. De vez en cuando, una escena con gran fuerza recupera el ritmo momentáneamente pero no logra que el espectador recupere la atención a lo que sucede en pantalla. Es de agradecer la singularidad de la mirada de Meirelles hacia el lado fantástico de la historia, pero en ocasiones determinadas elecciones resultan chirriantes con el tono de las imágenes. La selección musical resulta inapropiada e insertos como la voz en off de uno de los personajes, en momentos ciertamente arbitrarios, no acaban de cuajar con el tono semi documental del conjunto. 
En realidad es una película con factura impecable, y alguna actuación más que notable como la de Julianne Moore, con momentos desgarradores, transmite a la perfección el espíritu de la novela, calcando algunos pasajes clave. Pero como en otras obras del director no logra fluidez en la narrativa, y si bien no es torpe, resulta desapasionada haciendo que A ciegas no sea la gran película que hubiera podido ser con un poco más de garra .


La concepción popular de que el medio del Cómic está asociado con los Superhéroes hace que haya una impresión generalizada de que Watchmen sea considerada la mejor novela gráfica que jamás se haya creado. Su importancia es indudable, pero está lejos de ser una obra compacta o brillante. Si que es verdad que la acción transcurre en un escenario distópico que radiografía con éxito la sociedad paranoica de Los Estados Unidos de la era Reagan (A través de un Nixon reelegido), cuestionando si las personas encargadas de proteger a la Norteamérica de los ochenta merecen la confianza de los ciudadanos. Los últimos coletazos de la guerra fría creaban una disposición para que los que manejaban el país mostraran su fuerza, tranquilizando a una población acomodada y consumista que temía perder su estatus frente a una amenaza fantasma. Pero ésta lectura no deja de ser bastante obvia como para describir esta obra de superhéroes retirados como una obra maestra. Su autoconsciencia, su narrativa errática, sus pretenciosos diálogos y simbolismos, y su pueril acercamiento a los personajes son sólo muestras de las muchas limitaciones de Alan Moore como guionista.
Watchmen , la película, es una adaptación que reproduce prácticamente viñeta por viñeta la historia del grupo retirado de superhéroes. La intención de reproducir este universo al milímetro introduce una puesta en escena al ralentí, que abusa del zoom inverso, para poder contemplar cada estampa en su esplendor, deleitándose en los detalles de un plano durante algunos frames más de lo que necesita el ojo humano. Una técnica que se desarrolla a la perfección en los impresionantes créditos iniciales pero que a la media hora de película resulta ser un lastre que el director no es capaz de abandonar ni para presentar los diálogos de los personajes. Las actuaciones acompañan al tono solemne de la película, resultando demasiado impostadas, teatrales, prefabricadas y faltas de vida. Como consecuencia, en ningún momento del extenso metraje se llega a establecer una relación empática entre espectador y personajes; haciendo que esa falta de implicación se traduzca en un desinterés progresivo por la trama. Esta falta de espontaneidad, junto al gratuito espectáculo visual, anulan cualquier atisbo de emoción y hacen que su pretendido estudio del superhéroe como ser humano con problemas, nunca logre el trasfondo melancólico que demanda el relato.
PSYCHOLOOSERS
