EL LABERINTO DEL FAUNO
(REVIEW)
No soy gran fan de Guillermo del Toro. Sin embargo, siempre que se anuncia una de sus películas me siento muy atraído por sus proyectos. Me gustan todas sus trabajos pero siempre he notado ciertas carencias en sus obras más mainstream. Mimic fue fallida por culpa de los cambios en el tercio final a manos de los productores, aunque a día de hoy me sigue pareciendo su mejor película de gran estudio. Blade 2 tenía ideas que la elevaban por encima de otras películas del mismo género, pero estaba demasiado constreñida por las propias reglas marcadas por la película original y, en general, ese tipo de cintas de acción. Con Hellboy, a buen seguro contentó a todos los seguidores de los comics en los que se basa y al menos logró una auténtica rareza en el panorama de las películas de fantasía de gran presupuesto. Con todo, no me parece que en esas películas, Del Toro de rienda suelta a todas sus inquietudes y siempre dejan una idea de no estar contemplando algo especialmente personal en su forma de rodar o escribir, y su autoría se apoya en los delirantes diseños de producción e imaginería visual. Por eso, Guillermo del Toro, el autor, se diluye en esas grandes producciones destinadas al entretenimiento masivo, basadas netamente en ideas ajenas. Son sus otras películas, las pequeñas, donde se empieza ver de qué pasta está verdaderamente hecho su cine. La infancia (incluida la casi siempre inevitable visión fetal), los horrores insectoides, el mal y los secretos, y una lírica visual que traduce poemas en imágenes entre la pesadilla y la delicadeza de lo puramente ingenuo. Con un malsano gusto por lo oscuro, lo macabro y la sutileza propia de un viejo cuento para niños en el que la bruja se come vivos a los pequeñuelos, sus películas pequeñas son mucho más redondas que sus “ big budget movies”. “El laberinto del Fauno” es, sin duda alguna, la mejor de sus películas y uno de los platos fuertes que el fantástico ha dado en mucho tiempo. Continuación conceptual de “El espinazo del diablo”, en ELF del Toro pone claramente sus obsesiones sobre la sartén y el guiso resulta exquisito, no sólo por lo emocionante de sus refrescantes ideas sino por la pericia para levantarlas. La historia de ELF no trata sobre el periodo posterior a la guerra civil, ni sobre la crueldad de los fascistas, ni siquiera sobre España. ELF trata sobre lo duro de crecer siendo un niño rodeado de circunstancias difíciles de afrontar y como la imaginación puede ayudarte a hacerlo. Apostaría el dedo gordo de mi pie derecho a que del Toro tuvo su refugio del mundo real en la fantasía cuando fue un niño. Para contarnos esto, del Toro ha usado la España después de la guerra civil y, siendo ésta un elemento secundario en la trama principal, ha conseguido retratar esa época con resultados que deberían hacer enrojecer al cine español, continuamente obsesionado con hacer películas que revivan esa época tan reciente y tan prostituida en un celuloide panfletario y de poca vergüenza. Por otra parte, ese mérito ya lo había conseguido en su día con la nada complaciente visión del tema en “El espinazo del diablo”, donde casi por primera vez veíamos un tratamiento del tema menos intoxicado por la incultura y el partidismo político. Siendo poco generosos, si comparamos el resto de películas sobre el tema de Arandas y demás garrapatas del cine español con ELF podríamos decir que éstas otras son poco menos que porquería. Y si, quizás por la visión externa de esa etapa, por interés histórico más que político, del Toro es capaz de contarnos cosas de esa guerra eliminando innecesarios heroísmos que nos desvíen del cuento principal, el de Ofelia,.una niña rodeada de crueldad, de dureza, de una época en la que el tiempo fue duro con todos. Su imaginación la hace viajar a un mundo de hadas en el que las éstas no son como campanillas, sino insectos palo gigantes (no sé si sabe, Sr del Toro, que aquí no tenemos de eso…)y sapos que se vomitan a sí mismos. Seres de pesadilla que a Ofelia le sirven de bálsamo, aunque, a veces, conformen un mundo que es más pesadillesco que el real. La historia alterna los viajes de Ofelia al mundo fantástico con una sólida historia en el mundo de verdad, que resulta mucho más atractiva que el propio contenido onírico. El producto resulta muy cómodo para el espectador temeroso de “otra sesión de cine español”. Gracias a las competentes interpretaciones, donde el único punto flaco es el algo forzado tono de Maribel Verdú, Ivana Vaquero merece un 10 y Sergi López compone un villano muy caricaturesco, pero a la vez terrorífico y real, en el que podemos mirar a través de sus motivaciones y hasta llegar a comprenderlo. A este respecto, los fascistas están dibujados quizás un pelo por encima de la caricatura, casi como el tratamiento que se le ha dado siempre a los nazis en las películas de holocaustos. Es un poco esa ingenuidad del que mira a la historia de país ajeno la que hace que de este aspecto un punto débil innecesario en la película. Si bien el dibujo exagerado afecta mucho al personaje de López, sus súbditos a veces parecen horrorizarse igual por sus tropelías y hasta le temen. El ritmo de la película, muy pausado y hasta disperso, nunca pierde el norte y, al llegar al tercer acto, todas las piezas que se han ido moviendo van cobrando sentido y haciendo mas interesante la trama. Hay que destacar que pocas veces una película con un planteamiento formal y visual tan Hollywoodiense ha sido tan valiente a la hora de contar una historia. Gracias a sus trabajos de gran presupuesto, el director mexicano ha conseguido aprender a contar algo pequeño a lo grande, y la película podría pasar sin miedo por una producción de 30 millones de dólares. Es casi para agradecerle la elección de España para contar y rodar su película. Con su factura técnica impecable e inspirado trabajo de cámara es muy difícil ponerle pegas a un film que resuelve de forma inteligente muchísimos momentos que otros habrían rodado de forma mas previsible. Por otra parte, los decorados, vestuario, ambientación, diseño de producción… son una delicia. Los efectos visuales deberían hacer enrojecer de vergüenza a más de una superproducción estadounidense. Fx creíbles, con una especialmente cuidada mixtura entre animatronics y CGI, hacen que los viajes al mundo de la fantasía sean siempre aciertos, con mención especial para “El hombre pálido”, una retorcida creación que ni Clive Barker podría haber siquiera imaginado y que seguro que se aparecerá en mis pesadillas durante unos días. El Laberinto del Fauno es la confirmación del Guillermo del Toro que siempre he querido ver y no había podido. Es ese del Toro autor que, por fin, no deja ninguna duda sobre su personalidad y que nos deja con ganas de ver qué sorpresas nos traerá con sus próximos proyectos. De momento, aquí tenemos esta pequeña joya del fantástico que devuelve algo de dignidad a un género demasiado ninguneado por críticos y ejecutivos .